sábado, 14 de marzo de 2009


Cuando era yo más jovencito tuve el honor de conocer a un hombrecillo tan bajito como yo, por coincidir ambos en el asiento del metro. Se presentó: "Carl; buenos días, no vendo nada".
Qué grave simpatía la suya!
Hoy más que nunca necesitamos hombres como Carl que no vendan nada. Y sobretodo, que tengan una buena conversación. ¿Os habéis dado cuenta de que ahora sólo se da la oportunidad de comunicarse públicamente a la publicidad?

Reflexionando ayer en este entrañable amigo, no pude más que salir a la calle y decir a todos buenos días...y algunas cosillas más que me preocupan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario